En una sociedad donde todas las personas, y en especial las mujeres, tienen que ser, estar y amar según se espera de ellas.
En una sociedad donde la edad, el género, el color de la piel, la apariencia física, el nivel económico, la orientación sexual, el estado civil, las ideas políticas, las creencias religiosas y el nivel cultural condicionan el nivel de aceptación y el nivel de rechazo de cada persona.
En una sociedad donde sólo existe una manera óptima de relacionarse. Las mujeres deben relacionarse con los hombres, accediendo a sus deseos, cuidando de ellos, aceptando sus opiniones y minimizando sus propios deseos y opiniones.
En una sociedad donde la salud se ha convertido en un negocio, se inventan enfermedades, se potencian angustias relacionadas con pequeñas disfunciones corporales y se ofrecen tratamientos innecesarios, que condicionan la aparición de otras enfermedades.
En una sociedad donde los profesionales de la salud van olvidando la necesidad de las personas a recibir una información objetiva, científica y alejada de intereses económicos, sobre las distintas opciones ante una enfermedad y a respetar la opción que decidan.
En una sociedad donde las personas enfermas son juzgadas por sus conductas, como si fueran culpables de haber enfermado.
En una sociedad donde quienes deciden sobre la salud de las mujeres, no consideran sus necesidades, dificultándoles o negándoles la posibilidad de decidir libremente sobre su sexualidad y su reproducción.
En una sociedad que ha convertido el embarazo y el parto en una enfermedad, y en agresión lo que debería ser una fiesta.
En una sociedad donde la edad, el género, el color de la piel, la apariencia física, el nivel económico, la orientación sexual, el estado civil, las ideas políticas, las creencias religiosas y el nivel cultural condicionan el nivel de aceptación y el nivel de rechazo de cada persona.
En una sociedad donde sólo existe una manera óptima de relacionarse. Las mujeres deben relacionarse con los hombres, accediendo a sus deseos, cuidando de ellos, aceptando sus opiniones y minimizando sus propios deseos y opiniones.
En una sociedad donde la salud se ha convertido en un negocio, se inventan enfermedades, se potencian angustias relacionadas con pequeñas disfunciones corporales y se ofrecen tratamientos innecesarios, que condicionan la aparición de otras enfermedades.
En una sociedad donde los profesionales de la salud van olvidando la necesidad de las personas a recibir una información objetiva, científica y alejada de intereses económicos, sobre las distintas opciones ante una enfermedad y a respetar la opción que decidan.
En una sociedad donde las personas enfermas son juzgadas por sus conductas, como si fueran culpables de haber enfermado.
En una sociedad donde quienes deciden sobre la salud de las mujeres, no consideran sus necesidades, dificultándoles o negándoles la posibilidad de decidir libremente sobre su sexualidad y su reproducción.
En una sociedad que ha convertido el embarazo y el parto en una enfermedad, y en agresión lo que debería ser una fiesta.
En esta sociedad, Trótula felicita a las mujeres que alzan sus voces para reclamar otras maneras de ser, estar, amar y cuidar de su salud